domingo, 16 de junio de 2013

LUGARES DE INTERÉS

Abrigo del Tío Modesto



Clasificadas dentro del arte rupestre levantino, las pinturas del Abrigo del Tío Modesto contienen, sin embargo, pinturas de tres épocas claramente diferenciadas.
Su imagen más característica, un ciervo herido encabritado, pertenece, junto a las figuras de cazadores y otros cuadrúpedos, a una escena de caza del período más tardío, hecho con un rojo intenso.
En otra tonalidad, más granate que roja, aparece un cuadrúpedo inclasificable y algunas figuras extremadamente deterioradas.
Por último, en el tono más oscuro, aparecen las figuras más primitivas: una serie de líneas verticales de las cuales las rectas simbolizan hombres y las curvas, mujeres.
Dicho conjunto, en el cual las pinturas de las diferentes etapas se superponen, es único por la unión en un mismo emplazamiento de pinturas de diferentes etapas, y muy relevante en cuanto al estudio de la sociedad prehistórica, habiendo sido investigado por la Universidad de Alicante.
Otras pinturas se han encontrado recientemente en la zona de Henarejos, sin embargo, para evitar el deterioro que sufrieron las primeras tras su hallazgo, no se ha revelado su emplazamiento ni se revelará hasta que el acceso a ellas esté correctamente planificado.





Torre de vigilancia musulmana



Durante los casi cuatro siglos que Henarejos perteneció a los musulmanes éste sufrió una remodelación que dio lugar a la población actual. En la cima del cerro de Santa Ana, sobre el que se recuesta el pueblo, se construyó una atalaya con fines velatorios. Desde ella los gobernantes del pueblo vigilaban las rutas de acceso a la población, previniendo cualquier ataque generado por la codicia hacia sus bienes mineros.
La torre en sí, reformada actualmente, era un conjunto de aproximadamente 20 metros de altitud, construido con sillares recubiertos de argamasa, típica construcción de fortaleza árabe. Sus gruesos muros, de más de un metro de amplitud, generaban dentro un ambiente fresco en verano y cálido en invierno. A nuestros días llegó un sólo muro en pie, el de la fachada este, que ayudaría después a reconstruir la actual torre, que, aunque no sigue el plano original, totalmente desconocido, sí permite que se pueda subir hasta su terraza rematada con merletes, desde la cual se observan todos los tejados del pueblo y sus tierras circundantes.

Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción


Comenzada su construcción en el año 1593, se trata de una parroquia de gruesos muros de piedra dispuestos siguiendo el tradicional plano de cruz latina. En su fachada occidental se encuentra el único acceso al interior, una portada con arco de medio punto y sin ninguna decoración, aunque se cree que antiguamente presentaba un gran pórtico escultórico, así como la torre del campanario, de 25 metros de altura y rematada con vanos a los cuatro costados, de los cuales cuelgan las campanas en los dos occidentales. En la fachada oeste de dicho campanario se encuentra un característico reloj, bajo el cual toman las uvas los henarejeros en nuevo año.
La cubierta del edificio es un simple tejado de tejas a dos aguas en todo el edificio, central, y a cuatro aguas en el campanario, asentado sobre un sistema de vigas de madera.
Una vez en el interior del edificio, podemos observar un espacio de una sola nave, en los brazos de cuyo transepto se encuentran, al norte, el altar de la Virgen de los Dolores, y al sur, el altar del Cristo de la Salud, patrón de la localidad. En el crucero, una escalinata asciende hasta el altar principal, y único en la actualidad, pues el resto fueron destruidos durante la Guerra Civil. Tras el altar encontramos un gran retablo escultórico, de tres calles y tres cuerpos. Ocupando el espacio central, una estatua de la Virgen de la Asunción, titular de la parroquia, y en el ático, la figura del Espíritu Santo.
A ambos lados de la nave principal se observan arcos ciegos, que en su día albergaron pequeñas capillas, y al pie de ella, sobre la puerta de entrada, un amplio coro de madera. Como elementos sustentantes encontramos simples pilares sin ornamentación, que en la mayoría de ocasiones no sobresalen del muro, y sobre ellos se asientan los arcos fajones, que permiten descansar el peso de la vuelta de cañón sobre los muros. En el crucero encontramos una cúpula de media naranja asentada sobre pechinas. Es por tanto, y a pesar del anacronismo, una iglesia de clara inspiración románica, aunque un pequeño rosetón en la fachada principal hace pensar en una ínfima inspiración renacentista, que sí era la predominante en la fecha de su construcción.

Minas de carbón


Ya explotadas en época romana por su plata, y a finales del siglo XIX por su carbón, no fue hasta inicios del XX cuando se estableció un asentamiento en el lugar. Dividido en tres barrios, e incluyendo bar, frontón, lavadero, colegio y cuartel, se emplazó en el Valle de Las Minas lo que hoy en día es un pueblo fantasma.
Muchos de los ciudadanos actuales de los pueblos circundantes nacieron en dicho núcleo, pues muchísimas familias de la zona vivieron de la explotación de estas minas hasta mediado el siglo XX, cuando la atracción de las ciudades acabó por despoblar la zona, que en su máximo apogeo había albergado casi 700 personas y que dependía de la administración de Henarejos.
Aún a comienzos de los años 90 hubo habitantes en la zona, cuya rehabilitación se está barajando últimamente.













Restos medievales


Junto a la restaurada torre de vigilancia se encuentran algunas piedras que en la antigüedad formaron la ermita de Santa Ana, primera iglesia del pueblo, cuyas piedras, tras deteriorarse en extremo, fueron reutilizadas en los cimientos de la iglesia actual, de una envergadura muy superior. Sin embargo, hasta hace pocos años, aún quedaba algún arco en pie que permitía deducir que la ermita de Santa Ana fue una típica iglesia del románico rural de la zona.
En lo más bajo de la falda del Monte San Juan de la Keimena se encuentra hoy en día lo poco que queda de la ermita de San Juan, que da nombre al páramo circundante. Se trataba de un edificio de dos plantas y base rectangular. Mientras que en la planta baja se realizaba el oficio en honor al santo titular, en la superior vivían los ermitaños.
Otros restos medievales se reparten por todo el territorio de la población, pero sin estudios ni documentaciones profundas. Se podría hablar por tanto de los restos de la ermita de Santa Catalina, junto a la carretera Garaballa-Henarejos, y de los del castillo que en algún tiempo se alzó en La Mazmorrilla, monte próximo al Valle de Las Minas




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